Lánguida la Ingenua.

Se levantó lánguida la Ingenua. Ella que despertaba con las notas musicales guardadas en sus bolsillos y que con ellas bordaba los encajes de bolillos, que dejaba unas poquitas para pintarlas bonitas, o con esas que tragaba, sin masticar por si acaso, para regalar canciones desde que salía el sol  hasta llegar el ocaso…

Esa noche furibunda de tormenta; un rayo llamó a la puerta de la Ingenua, que como su nombre indica, sin percatarse de nada, de par en par se la abrió. Se adentró como una furia por los pasillos de Ingenua, miró las habitaciones, se acomodó en los salones, en  la cocina también, recorrió cualquier rincón, subió todos los peldaños hasta dar con suerte inmensa con el lugar más preciado de la casa:

El corazón

Se instaló sin más demora,  sin permiso y a deshora, para alejarse después persiguiendo la tronada. Lo bien cierto fue, que la Ingenua desde entonces ya no tiene esa avidez de lanzar notas al aire, de telas embellecer, ni siquiera de pintar sin tener ningún pincel

Se la ve  arropada por la luna, la enamorada del sol, como buscando fortuna, o atrapando nadas  que la rondan, debe ser, porque sus manos estira como queriendo tocar…no sé qué…y al no recibir manjares, risas, llantos o pesares, se las vuelve a recoger.

En los bolsillos de Ingenua ya no hay notas musicales que en porciones repartir, sino un cúmulo de nadas atrapadas en sus manos que a nadie quiere enseñar, porque como dice ella siempre con mucho sentir:

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¿Quién las entenderá?  ¿Quién podrá ver con sus ojos lo que en los míos está?

*Espero que os guste la canción escondida en la luna.