Como una enredadera.

Llegó como una enredadera. Ascendió sin reserva por mis piernas instalándose allí donde le apetecía no sin antes detenerse en las solapas de mi blusa, llegó hasta el sentir de mis labios cubiertos de sonrisas.

Estalló como una flor recién abierta en el bajo de la falda de mis ojos. Aromas de violetas asomaron a las cuevas del olfato hurgándolas traviesa. Los huecos de mirada se alagaron de sorpresa y una lágrima voraz no salió ilesa del desplante.

Cayó en picado muy sabrosa, los campos de mi rostro no minaba, tan sólo un rastro grácil señalaba. Posándose en la comisura de mi boca se rindió y ésta,  que ya aparecía desvestida, espléndida al fin aparecía, enseñando el blanco satén que antes guardaba.

¡Ah la sal del cuerpo acuoso y resbaladizo!

Y allí, en medio de un lugar no recordado, la risa vino a mí como un soldado apuntándome directa al corazón, haciendo el alborozo del momento, una lucha no, mejor intento de hacer de un sobrio instante, un momento de expansión alejando al enemigo aburrimiento.

"La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano."
Víctor Hugo

*Ando algo atareada querid@s amig@s, pero iré arañando al dios del tiempo para que me deje huecos  pudiendo así pasar a embriagarme de vuestros escritos y dejaros mi huella.

Es una pelea constante la que tenemos ese dios y yo. Parecemos dos gatos panza arriba...

Riámonos un ratito para asustarlo.