Si se muere un sueño de los que me quedan,
habitando dentro,
tendré que enterrarlo.
Unos son muy fuertes, están enraizados,
mas otros en cambio...
¡Son tan delicados!
Que en un choque brusco con la realidad,
se me precipitan a un vacío aciago,
del que los extraigo para el funeral.
¿Cómo no enterrarlos?
¿Qué hacer sino eso?
No podría dejarlos que vivieran muertos
en la falsedad de
creerse vivos.
Si otro fenece, sería uno más,
- me digo entre lágrimas-
Pero no, no es cierto.
Cada muerte suya es un poco mía.
Yo los fui pariendo, crecieron conmigo.
Aún me permanecen algunos ilesos.
Por eso los mimo, les canto, les cuento,
retardando un algo la cruda verdad.
Imagen de Google.