No puedo algodonar la madrugada
ni tejer en Moahir el frío que trae el viento
gélido del invierno.
No puedo descoser las nubes de la seda
de cielo o impermeabilizar la lluvia.
No puedo.
Puedo abrazar la almohada y sobre sus plumas
bordar los sueños, algunos sí y no otros.
Puedo cubrir mi aliento de terciopelo
y en cada beso abrigar el miedo.
No puedo hacer encajes y en sus
costuras escribir versos.
No puedo angorar la soledad y así
restarle helor a los huesos.
Puedo enguantar mis manos y mis manías.
Puedo armiñar mi cuerpo bajo la luna
que hace de espejo de mis locuras.
Puedo y no puedo.
Hacer visones de mis recuerdos
dando calor al abatimiento mientras
descienden como cascadas gotas de agua
de mis ocelos que tenían alas y las perdieron...