Maltrecha sensibilidad, ese sentimiento que
nos queda grande en el exterior y aquí profesamos.
¿Qué miedo contrae tan grata emoción, cuando en paralelo, en
mundo enredado es nuestra condena, nuestra salvación?
Huidizos enredos de caligrafías son como arritmias, descompases mundanos, pálpitos furtivos de la realidad.
Nacen las poesías, las líricas prosas reivindicativas, a
veces aviesas, más bien doloridas, con tal desazón, que brotan hirientes.
Cálido embeleso de tecnología.
Se crean universos,
se prodigan besos, abrazos y gestos sin voces ni piel, batallando contra esa existencialidad que coarta siempre.
Imagen de Google.
Libertario cobijo donde incluso aquí, humanidad al fin, brotan intereses, compromisos fatuos por los comentarios...
No vale saber del impedimento que supone tener que atender aquel otro cosmos, si no llegas mucho, tu blog pasará a la inexistencia, si llegas puede que también.
Es libertad alcanzo a entender,pero reconozco que tanto trasiego buscado para desconectar de lo tangible, acaba siendo una vorágine incomprensible a veces.
NOTA,AÑADIDO O EXPLICACIÓN:
Necesito explicarme, (un defecto mío más) aún a sabiendas de lo poco que será comentada esta extensa entrada, lo poco leída por entero que será, pero soy así y a estas alturas de mi vida, no es fácil que cambie. Quienes me conocen, mi círculo afectivo, saben de mi extremada sensibilidad, también de mi cabezonería, de mi infinita paciencia, pero también de cuando estalla ésta. Mi hijo siempre dice que soy un público excelente; me meto tan de lleno en todo, siento tanto todo que puedo llorar y reír con facilidad.
El caso es que esta entrada, no es sino una reflexión hacia mí misma, dicha en "voz alta"
Me doy cuenta del malestar que me produce comentar a alguien siempre sin obtener respuesta. Lo hago porque me gusta, en cierta manera sin esperar nada a cambio, me dejo llevar por lo que siento y comento desde el corazón. Sin embargo, repito, percibo cierta desazón si no me comentan, me duele tal vez, ser una inesperada comentarista, no bienvenida y no obstante sempiterna.
No me gusta sentir esto, me ofendo conmigo, me recrimino que esto es así, lo sé e incluso prefiero que así sea.
¿Entonces?
No he perdido la capacidad de sorprenderme, me doy cuenta, y este mundo paralelo, acaba arrastrándome a sensaciones reales que alguna vez pensé, cuando me hospedé aquí, no me ocurrirían. También para lo bueno he de añadir, porque en este lugar he encontrado sentimientos maravillosos, cariños inmensos, complicidades.
Dejo ya este pegotito reflexivo, os dejo besos, pido disculpas por el brote espontáneo de sinceridad despidiéndome hasta otra entrada.