Es la poesía un nido de alegrías y pesares,
en el mundo enrarecido donde se enconan
rencores, planean mil sinsabores, furias y hasta desatinos.
También se abrazan amores, apetitos de la carne, ilusiones
y jubilosos anhelos proyectados en poemas.
en el mundo enrarecido donde se enconan
rencores, planean mil sinsabores, furias y hasta desatinos.
También se abrazan amores, apetitos de la carne, ilusiones
y jubilosos anhelos proyectados en poemas.
Todo muere y se renueva cual semilla discordante o armónico deleite.
La poesía se declama o se hace letras para orillar otras almas,
desembarcar en su playa y al unísono sentir.
desembarcar en su playa y al unísono sentir.
El poeta que las clama las entrega al espacio sideral como
exhalando una nube de su cielo misterioso.
exhalando una nube de su cielo misterioso.
El poema es un hechizo. Una entelequia, quizás.
No todos pueden amarla, algunos pueden odiarla.
La indiferencia es envés de la vasta inspiración de
quienes tienen el don de transformar en belleza todo cuanto les rodea.
Puede parecer vacío, nulidad o ausencia de cordura
dejar que la mente fluya en los vientos de la lírica,
más la auténtica verdad, reside en dejarse llevar
por la sensibilidad de anidar entre alegrías y pesares
y saberlos declamar o tan solo hacerlos letras
en las que la vida nade hasta poder encallar...
Imagen recogida de Actualidadliteratura