¿Podría...?
No puedo.
Desenhebrarme del hilo
que me cosió a la vida,
ésta que me hizo mujer.
Sociedad limitada en el
taller de seres humanos.
Adalid de otras vidas
para toda su vida.
Sinuoso laberinto en el
que me pierdo y encuentro
una y otra vez al reclamo de
la piel. Funambulista cruzando
el abismo con temor a caer
y la mirada al frente.
¿Podría...?
No puedo.
Deshojarme de mi tronco,
quedar desnuda dispuesta
a la poda que reavive mi savia.
Desahuciar de mi tuétano
la eterna urdimbre femenina,
esa responsabilidad afectiva
que recorren extraños dedos
por las cuerdas de mi guitarra.
Soy camino sinuoso.
Este cuerpo me vino dado
y lo acepté haciéndolo mío,
conociendo y reconociendo
todos sus recovecos, la música
de sus latidos, el soplo de su aire,
el tic-tac de su reloj.
Así que sí.
No puedo.
Desasirme de ser el sustantivo
cuyo género me lleva a sentirme
de la manera que soy:
Femenina y singular.