Quiso escribir un cuento.
Y escribió un queunto.
Quería escribir poesía.
Y escribió peosía.
Observó detenida aquellos
inventos cual vástagos
inesperados, sorprendentes
tras noches y días de soñarlos
tan distintos. Decidió amarlos ya
que al fin eran suyos, nacieron del
pensamiento y de algo más de allá
adentro donde germina furtivo
un esperma sentimiento
venido tras un acto de amor
sin dueño, solapado al albedrío.
Hmmmm...
Queunto era alegre, no sabía de descontentos,
resquemores o silencios y además,
rimaba con ciento.
Peosía era cual una peonía brotando
siempre a destiempo, un asomo de silencio
en medio de marabunta, algo así como
un desierto, cisura en el alma mía.
¿Cómo no amar lo imperfecto,
el amor en absoluto, total,
resoluto, de este afecto filial?
¿Hay lugar para el dudar?
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*Clickad en queunto y peosía para ver otras imágenes, si os apetece, claro. Es un caprichito mío, nada más.
:D