Mirándote me lamento...
¿Qué podría decirte yo, arbolito deshojado?
Escribir una diatriba cargada de descontento,
ira, furia, incomprensión...
Podría. Oh, sí, podría.
Sin embargo...me late un corazón dentro.
Esperpéntico, casi desnudo, y tus frutos
perdidos entre lamentos.
Siento que de nada serviría todo ese enojo,
comprensible, bien es cierto, para animarte a seguir
luchando por tus esquejes que germinaron
un día henchidos por la ilusión.
¿Cómo hundirte en tu apariencia?
¿Quién soy yo, si lucho por mis raíces,
por mis hojas desprendidas,
por poder mirar al cielo sin temor?
Arbolito de mi vida...
Sentada a tus pies te observo.
Mis manos se vuelven alas
llenando tu tronco de besos.
Callo y dejo que fluya el sentimiento
de esperanza, en un, tal vez, fútil intento
de guarecernos unidos de este insano viento,
egoísta y desalmado.
Arbolito mío, mi amor llegará más lejos.
Ante la tesitura de hundirnos
o seguir hasta los huesos...
No cejo.
Sigamos en el intento.