Se rompió la madrugada tras las ventanas de fiesta.
Llega el sol a transportar sus alborados
pedazos sobre sus manos doradas.
Mira a lo lejos, otea entre las níveas montañas
por si hallase algún resquicio de la luna plateada.
Mas...Selene ya se ha ido.
Ya el día a él reclama sus largos y
auríferos rayos para diluir la escarcha.
¿Dónde dejar esos restos de la madrugada
ufana tras ser amor del ocaso?
¿Qué fue del anochecer abandonando a su amada?
Volatilizó. Se hizo oquedad antes que ella despertara.
Marchó sin ver en sus ojos el amor
haciendo aguas, ni los latidos quebrados,
ni las grietas cuarteando su figura...
Huérfana de pasión se convirtió en un quebranto.
El astro, apremiado por las horas, al aire sus restos lanza.
Las nubes que observan todo, sintiéndose acongojadas
han ido haciendo peldaños susurrándole al viento
que no la deje que caiga.
Ellas se mullen, la acogen, la cosen
y hasta le cantan.