Una sonrisa,
un suspiro o un roce
de ternura.
Tan solo una levedad.
Y por un instante...
El olvido.
Enmudece la tensión,
se hace a un lado,
se evanece.
Fascina los vericuetos
de sórdida realidad dando
alas a lo simple e inadvertido.
Un pájaro nace en mi,
en mi abigarrado corazón.
No soy jaula ni cubículo
para su aleteo feliz.
Soy campo de amapolas.
Día de vino y de rosas.
Pasión de amor por sentir:
Que hay deshilachos, cisuras,
orificios u oquedades por las que
poder verter toda esta confusión.
Creer, ¿cómo no hacerlo?
que tornará un día nebuloso
en el que guardar de buenas
lo que a pesar se alejó...
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