Pasan los calendarios, los colores y sabores.
Las estaciones pasan.
De palabras o letras cayendo libres como
aguaceros y lloviznas.
Risas y llantos fluyendo entre las rendijas
del alma, licuándose hasta el desborde.
Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar...
Como vertió aquel poeta.
Pero yo tengo un cobijo sin igual.
Un paraguas hecho para mis sentidos y
mi sempiterna sensibilidad...
Es mi refugio vital. Mi castillo entre lo oscuro.
Mi poema en soledad donde los entornos lóbregos
han de echar un paso atrás dándose por vencidos.
Bajo mi paraguas mágico...
Solo yo.
Nada menos.
Nada más.
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