Llega la noche como cada día.
Con tanta mesura y sigilo que apenas la noto.
Un atrapasueños cuelga de lo oscuro.
Un sueño atrás me llevó a la risa acaracolada
mientras unos brazos hacían de cobijo a mi desazón.
Se abrían y cerraban todos los cajones del músculo
interno queriendo guardar el mágico instante...
Fue como un suspiro llegando y partiendo.
Un barco sin puerto pero con timón dejando
el adiós haciéndose agua.
Etéreas las manos que surcan el mar
de ese lado negro donde navegamos
como de puntillas, cual embrujamiento
del que solo quedan vestigios difusos,
¿Ciertos o no ciertos?
Sé bien lo que siento aunque la mañana
me imprima su sello, me abra los ojos,
levante el hechizo y me de un tirón hacia
ese reloj de horas eternas donde,
y se deja ver, nos hace felices y después
se va como un espejismo o ese navío
infame que sin miramiento nos roba el recuerdo.
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