Siento que sigo sintiendo.

Para mí, sentidora compulsiva, es algo mágico el hecho de que alguien aprecie lo que yo escribo de manera que sienta deseos de leerlo, inclusive en voz alta.

Nerim en su blog: Audiolecturas, recoge mis sentimientos desde mi sombra y los recita en su sentida y dulce voz.

Cosas como esta, son las que impiden que siga haciendo algo vital para mí:

Sentir.

Gracias Nerim.

Gracias a tod@s siempre.

...No sé si sabré escribir lo que por dentro pretendo, es él quien siempre me dicta y yo, la que siempre obedezco.

Sentir, sí, quiero hablar de ti, de lo que por tu culpa siento.

Creo que nací sintiendo.

Hoy aquí, mañana allí, voy dejándome la mente en lugares escondidos donde no haya mucha gente que la haga razonar… prefiero corazonar , aunque a veces lo deteste.

Quizá no hayáis notado jamás, cosa que dudo por cierto,  lo que se puede sentir con los ojos bien cerrados, con las piernas recogidas y en los bolsillos los dedos.

Yo lo descubrí en la infancia, desde que tengo recuerdos y el sentir se hizo camino en todos mis recovecos.

La sonrisa de una flor, trémula entre la verdor musitando una canción. Una ráfaga de hojas son bailarinas de cuento, un perfume es aleteo e incluso de una mirada hago sol en el páramo de dentro.

Es una tendencia en mí:

Tergiversar los sucesos.

Un beso sabor violeta, unas manos cual palomas o de escalera una voz que me lleva al firmamento.

Sigo sintiendo, ya veis.

Soy adicta al sentimiento. Me reconozco culpable de ser  desde el albor de mi tiempo:

Perseguidora de sueños.

Sueños que me hacen volar, sin ni si quiera mirar, sin pasos para pasar y sin  el tacto en mis dedos.

Alguien habrá de decirme si hay algún medicamento que pueda curarme al fin.

Aunque si al corazón hago caso...

…No sé si curarme quiero.