Hacía poco que había amanecido la mañana. Una mañana más de tantas mañanas idénticas. Yo pensaba en si el sol sentiría pereza como la que yo sentía, esa desgana que inaugura el día, si trataría como yo de esponjarse entre las sábanas, él en las acolchadas nubes, sin ánimo de dar a la luna la oportunidad de irse a dormir. Imaginaba a ésta mirándolo de reojo, marchándose a pasitos, malhumorada.
Observaba detenida en la ventana, tratando de ponerme en el lugar de esa mujer, guardiana de la noche. ¿Qué haría o diría yo a ese adorado holgazán?
De pronto noté algo deslizándose en mi rostro, viniendo a hurtadillas hasta donde me encontraba ensimismada.
Se coló despistado un rayito de sol invernal por el cristal, tan tímido que pareciera un niño perdido. Reparó en mi mirada regalándome una tenue sonrisa matinal, arrebujado en mí advirtiéndome de esos inmuebles recortados en el horizonte en duermevela y de la taza de café del desayuno que tendría que lavar.
Me despertó de mis pensamientos sin lecho de tierra fértil, alzándolos a volar por los cojines mullidos del sofá. Me recordó que llevaba aún las zapatillas barrera entre la frialdad del suelo y los pies al madrugar.
Miré el vaho acabado de hacer por mi boca entreabierta sobre el vidriado y pensé en todos los garabatos sin sentido que podría pintar tan solo con deslizar suavemente los dedos.
Ese calorcito infantil, delicado y furtivo, zarandeó mi desmadejada e impetuosa manera de evasión a la que siempre me hallo predispuesta.
Es hora de volver a la realidad y tomar las riendas del día, parecía decirme...
alejate de variar en estos tiempos
ResponderEliminarrelaja
Nunca se sabe el día las sorpresas que te puede deparar, aunque para que sean malas, desde luego que se repita la rutina diaria. Lo cierto y sobre todo ahora en este tiempo, es que si estás sujeto a unas reglas y horarios por cuestiones laborales y demás, cuando te suena el despertador lo estamparías contra la ventana, te volverías a acurrucar, en la cama, darte media vuelta y a seguir sobando. Y desde luego que sí, que le gustaría a uno que la luna trasnochara más, y el sol fuese más vago. Estupendo relato.
ResponderEliminarBesos.
Una ensoñación, en unos segundos somos capaces de vivir una mañana, un día completo. Saltibrincos
ResponderEliminarLos mejores momentos en la cama son esos anteriores al suplicio de levantarte, darías otra vuelta, y otra pero el señor sol ha tocado diana... y vuelta a empezar.
ResponderEliminarMarinel me ha gustado mucho tu prosa.
Besos,
Qué calidez tiene el sol invernal y más si es mañanero...
ResponderEliminarMe ha encantado leerte. Es como si estuviese ahí, en la misma habitación sentado en la penumbra viendo todo el proceso descrito.
ResponderEliminar¿Mi imaginación? ¿O tu destreza narrativa?... ¡A saber Marinel!
Un abrazo.
Una chispita y nos lleva al ensueño y así, otra chispita nos saca del ensueño.
ResponderEliminarSaludo cariñoso.
Hasta pronto.
En invierno cuesta arrancar...
ResponderEliminarMe encanta como describes todas las sensaciones Marinel, paso a paso, pensamiento a pensamiento.
Mañana por la mañana me acordaré de tu relato al despertar, a ver si me da ánimos ;D
Besos
Me encanta... Está lleno de ternura este escrito.
ResponderEliminarMuchos besos. :)
un simpático, entretenido y sensible relato lleno de imaginación. Lo que mas me gustó es la sencillez.... una gran chispa!!
ResponderEliminarDicen que cada día tiene su afán.
ResponderEliminarPues los míos son unos inadaptados...
Besos.
Magistral descripción de algo tan rutinario e intrascendente como la pereza de la mañana, sobre todo si son las mañanas de invierno.
ResponderEliminarBesos
El sol…ese sol invernal tan deseado, que te mira, te abriga, te ilumina y te inspira en un instante un mundo de ensueños…Mientras, en el vaho de ese cristal,se que dejarás con tus dedos impreso algún nombre…¿?
ResponderEliminarY yo seguiré esperando entre tus sueños, entre tus diálogos imaginados, esas letras tan tuyas, tan originales.
Muchos besos guapa
Qué gusto da despertarse así, lástima que cuando yo me levanto todavía es de noche. Biquiños!
ResponderEliminarDelicioso momento que de vez en cuando todos vivimos, ese instante de indecisión entre el sueño y la actividad que me ha resultado entrañable, como la siguiente imagen: "un rayito de sol invernal por el cristal, tan tímido que pareciera un niño perdido."
ResponderEliminarBesos
Tan dulce este despertar, de ensueños para mí, que salto como una loca cuando el primer embate de luz acomete.
ResponderEliminarLas riendas del día... vaya aventura.
Muchos besos.
Marinel,creo que ese "rayito de sol"eres tú, que se desdobla de tu alma y te alienta,te recuerda que la vida sigue y que estás viva...Ahora siento el mismo "rayito de sol" a través de tus letras...sonrío...Soy consciente de mi respiración,de la tarde,que vuela como pájaro asustado y de las nubes,que con su fina lluvia...me traen olores de primavera...
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo inmenso por tus buenos posts,amiga.
M.Jesús
Dicen que para ganar el tiempo, hay que perderlo, y esa chispita de ensoñación es un verdadero tesoro para comenzar o seguir el día a día. Preciosa reflexión, Marinel. Un placer leerte siempre. Besos.
ResponderEliminarCada día es diferente y uno nunca sabe donde puede sorprenderle con un instante casi mágico.
ResponderEliminarBesos
Preciosa mañana la que describes con palabras tan poéticas, Marinel, así da gusto que la espabilen a una y que el sol te despierte con suaves caricias como las que cuentas.
ResponderEliminarBesos apretaos.
Casi todas las madrigueras apuntan al Este, Oriente o Levante.
ResponderEliminarNo soy de las remolonas para levantarse. Aunque me haya cargado más de algún despertador...
ResponderEliminarJe, je.
Cada día es una sorpresa, y así hay que vivirlos, pues un día de esos que nos parecerán de lo más anodinos, al acostarnos, pueden haber resultado un gran día.
Besotes, guapa!